“La gastronomia; es una medio de unir a las personas”, siempre había escuchado esta afirmación, pero hasta hace unos años no sabía con exactitud que querían decir con ello, de hecho, me parecía igual de fútil que “Cuando seas padres comerás huevos” y al final todo se reduce a eso; comida, alimento, tentempié, ágape, almuerzo, banquete, festín, cena, comilona, refacción…
Es que no hay nada que nos haga sentir tan bien como un buen pescado a la brasa, unas alubias, un chuletón, o unas buenas verduras recién sacadas de la mata y colocadas con mimo sobre una sartén, o una buena cerveza en un amable local después de salir del trabajo.
¿Cuántos bogavantes habrán sido testigos de declaraciones de amor? ¿Y cuantas paellas de reencuentros con familiares? O ¿Cuántas gambas son cómplices de irreflexivas peleas de enamorados?
O ese hombre flechado que con recelo pide una cita a la vecina de enfrente, y pasa planeando la cena toda la semana con la emoción de impresionarla con un centollo. ¿A vosotros no os conquistan con comida?
¿Y las veces que hemos recomendado restaurantes a amigos?
El problema está en nuestra mente. Con el tiempo el recuerdo de los restaurantes se vuelve difuso (y eso sin beber en demasía), y vamos mezclando platos, sabores, momentos. Incluso volvemos a caer en esos restaurantes, que cansados de darles oportunidades, nunca nos acaban de convencer. Con el objetivo de que el recuerdo no nos juegue malas pasadas nace este blog, con las ganas de contar nuestra experiencia, con la utilidad de bajar la rueda del ratón y rememorar el brillante sushi o el delicioso solomillo. Como cuando sugieres un restaurante a un amigo que tiene una importante reunión de trabajo, o al chico que quiere deslumbrar la chica de enfrente…Este blog es una sugerencia al mundo de la gastronomía, del ocio y, en definitiva, de la vida de dos personas que se aman profundamente: Mia y Vincent.